martes, 28 de abril de 2009
Del caso de Laura
domingo, 26 de abril de 2009
Mariana
sábado, 25 de abril de 2009
Un sabado casual
viernes, 24 de abril de 2009
Sobre el café que tomaron Andrea y Ricardo
jueves, 9 de abril de 2009
De los titulos que no refieren al texto
Y si pensaban, estos dos ingenuos personajes, que sus torpezas habían terminado, por tener ya treinta años, se equivocaban de sobremanera. La mañana se mostró particularmente fresca, aquella mañana en la que C. decidió visitar a su compañero en aquella casa de grandes y frondosos perales. Asombrada, C. por el frío aire que circulaba, molestose con aquellos desgraciados que todas los días mentían sobre el clima y sentiase ridícula con su vestidito entre tanta gente con bufanda.
Y no tardó en llegar el autobús a casa de M., pero no deseaba llegar puntual, molesta aún por lo del clima, y se subió a uno de los perales más altos para ver si cojer una pera podía. C. no sabía subirse a árboles, como cualquiera pudo haberlo notado de haber estado allí, pero molesta como andaba ni qué le quitara las ganas de llegar a la cima.
Primero, pensó, debo alcanzar la parte donde se bifurca el tronco. ¿Cómo? mmm creo que debo saltar, veamos, 1...2...3, voilá! Diablos, ahora mis zapatitos están abajo, pero no pienso bajar, seguiré subiendo. Una a una, las ramas del árbol aparecían bajo sus manos y pies, cortabanle su dulce piel. Concentrada en olvidar el dolor olvidose del enojo, concentrada en su concentración se olvidó de sí misma ni cuenta se daba de que por vez primera subía tan alto y sin caerse.
M. impresionado por la impuntualidad de su compañera decidió pasear por su jardín y al verla sentada, alegre y cantante le gritó por su nombre, un poco angustiado. -"¡Qué bruta eres! ¿Cómo le harás para bajar de allí?" -"En vez de felicitarme, sólo me regañas;pues no sé, ahorita pienso en algo." Mientras C. pensaba, M. le contaba los planes para el día, exhórtandola a apresurar su pensar, porque si no los alcanzaría la lluvia y ultimamente no estaba de humor para enfermarse.
-"¡Lo tengo!-dijo C.-la verdad es la única manera de hacer esto y tendrás que ser paciente, bajaré rama por rama." - "¡Valgame, y en todo este tiempo sólo pensaste en eso?" -"¿Pues sí, qué tiene?" -"Nada, nada, tú haz lo tuyo, yo te cuento el asunto." Si durante la subida C. había hecho sangrar sus manos y pies, en la bajada sus piernas pagaron también un alto precio. "Todo por fresa y citadina-pensaba" Tras luengos minutos, sus pies tocaron el suelo y agradecida con la tierra húmeda y lisa no quiso moverse de allí.
-"Al fin-dijo M-ya podemos irnos..." -"Bueno-dijo C. un tanto incomoda-quisiera pedirte un favor, me prestas ropa? Ya sabes, pantalones, playera y así, es que siento que me voy entumiendo conforme el día avanza." -"¡Estas de imposible! No me queda de otra, ven, tienes suerte que tenga una hermana y que sean de la misma talla." En realidad C. no sentía mucha pena por el suceso, al contrario le parecía sumamente cómico y una vez vestida no pudo sentirse mejor. No habían mejores pants, ni mejor playera que los que llevaba puestos; de los calcetines, ni hablar; y los tenis glorificaban el todo.