domingo, 16 de noviembre de 2008

Verde

Estoy muy ansiosa y desesperada, mis músculos se contraen solos. ¿Porqué estoy tan tensa? Puede que el café no haya ayudado mucho o que encerrarme por largas horas en el estudio, haga que me preocupe por la mancha verde del techo que no cesa de crecer. Incluso, podría tener miedo de que alguien entre y a su paso deje entrar aire nuevo, aquí está tan reciclado que ni oxigeno tiene. Pero está bien así, no respiro mucho, lo suficiente para desesperarme.
En el café se dibujan nombres, que a pesar de no haber salido de aquí, deambulan por el lugar, como si los acabara de visitar. La mancha verde es un maizal, muy práctico ahora que no salgo del cuarto.
Pronto no saldré de mi cabeza y así estará mejor, no necesitare comer ni beber, sólo pensar. Lo malo es que no puedo pensar dado que tengo miedo y estoy muy ansiosa. Me regalaron unas pelotitas chinas para el estrés, mi enfermedad no tiene cura médica, pero la receta médica dice que compre pelotitas de esas.
Digo que es la adolescencia...bastarda e ingrata la que me tormenta y yo que me dejo engañar por ella no quedo mejor.
La semana pasada mis ideas eran claras y felices por sí mismas...Ahora no me la creo mucho, tengo pánico, y mis ideas autómatas me llevan por caminos que mis pies no pueden recorrer.
Es inevitable, la montaña rusa sube y baja, que mal que nadie me pregunto si quería ser partícipe de su movimiento perpetuo (novela de Monterroso). A veces la bajadas son tan ligeras que tan pronto se grita de la desesperación, de sentir que te estrellas contra el suelo, tan pronto eso pasa, estás de nuevo hasta arriba muerto de la risa.
Y a todo esto: la luna se anda luciendo desde hace una semana.

miércoles, 12 de noviembre de 2008

Mito mordaz

Mi mente mecánica, mi maremoto: mentada mansión.
Mentí. Mi mitología movía moscas, montículos muertos.
Melodías melosas murmura Mauricio,
me muestra miradas misteriosas,
metódicas.
Mordemos mariposas metafóricas,
muevo manos musicales,
mágicos minutos, mas, mortales.
Morado Mauricio, mentiste.
Mataste memorias, miles...
Mi mito mordaz.

jueves, 6 de noviembre de 2008

Jospe

Así fue como el lápiz voló sin pedir permiso,
ni a la mano, ni a la cara asustada que lo recibía.
Un simple lápiz, no era mi intención sacarlo de la hoja,
es la autonomía de las nuevas maderas...
Ahora los productos son inteligentes,
pero no sus dueños...

¿Ya leyeron el periódico?
Compartimos 95% de información genética con el hombre neandertal...
Seguro la diferencia radica en la inteligencia "intrínseca" y "extrínseca".
Dependemos del lápiz,
el horror de cometer un error y no poder borrarlo,
si, terror absoluto (con todo y sus cuádruples "r").

Nuestra inteligencia es extrínseca,
no como la del neandertal...
¿Ya que le hacemos?
La verdad es que el lápiz salió de mi mano,
apuntando hacia tu rostro,
sin pedir autorización.

Y para colmo, soy yo la que debe pedir perdón.