viernes, 24 de abril de 2009

Sobre el café que tomaron Andrea y Ricardo

Sólo los separaba una mesa, rectangular y coja de una de las patas; pequeña y de poca altura; por lo que las sillas se adecuaban a dicho tamaño. Ella sostenía en su mano derecha un popote verde y él en la izquierda la tapa de una botella, la cual estaba medio destrozada de tanto morderla. Ya no se hablaban, se pensaban el uno al otro pero no a sí mismos.


Ricardo no podía creer lo guapa que se veía Andrea, usualmente andaba con jeans rotos y playeras grandes que no dejaban ver su figura. -"¿Porqué nos peleamos...porqué?"- se preguntaba incesantemente. La veía pasar su mano izquierda sobre sus suaves labios, la mirada posada sobre una mesa vacía junto a ellos, las piernas cruzadas y su respiración lenta, casi imperceptible.


El tiempo se había detenido, entre los dos no pasaba el viento, los rayos del sol emitían siempre la misma luz, resplandor del atardecer donde los pajaros cantan siempre un poco tristes.


Sólo sus movimientos se escapaban del estatismo local, la sangre corría veloz por sus venas; los músculos controlados por graves impulsos, daban una sensación extraña de placer y malestar. De vez en cuando se veían a los ojos, pero no podían pronunciar palabra, su mente estaba ocupada por imágenes, impulsos y cavilaciones impronunciables. El pie de Ricardo golpeaba el suelo, no podía morder ya la tapa, le dolían los dientes. -"Seguro me deja por otra, nunca quiere comprometerse- pensaba Andrea- quiero besarlo, ¿porqué no puedo hacerlo?"
La mano de Ricardo se acercó al rostro de la muchacha, pasó sus dedos sobre su nariz, los labios, el mentón y finalmente el cachete izquierdo; Andrea no se movió. Estaba nerviosa, no podía entregarse dulcemente ante sus caricias, sólo sabía hacerlo de manera impulsiva y agresiva. Mientras la mano dibujaba las líneas imaginarias de su rostro, ella se mantenía impasible, lo que Ricardo interpretó como una señal de enojo. Sólo cuando el cielo se mostró verdaderamente oscuro Andrea volteó a verlo, con su sonrisa pícara, levantándose dijo: -"Buenas noches joven, a ver cuando salimos a un bar que eso del café me parece demaciado abstracto."
Y se fue sin decir nada más, sin voltearlo a ver y dejándolo pagar la cuenta.

2 comentarios:

Leonardo G.O. dijo...

... ... . ... . .. .... .. ... ... . . . ... ...,. .... .. . . . ..... .. .. .. . .

la burra dilemas dijo...

lindos nombres chloe... jajaja, pareciera que el destino griego quisiese apoderarse de mi jajajaja