Alojada en el fondo de una nada que todo promete; la fusión absoluta con el miedo y la alegría informe. Muerte prematura de una mente vacía. Camina errabunda, incapaz de olvidar la pena, incapaz de devolver a esa nada el error una y otra vez repetido.
Y quizá sólo ahora se da cuenta que la nada ya no existe, los pies fugitivos desean alcanzarla, pero el suelo se los impide. Las personas son como fantasmas, los fantasmas son sólo recuerdos.
Recuerdo la nada, el miedo trepidante frente a mi propio vacío tan lleno de impulsos sin causa. Recuerdo la ausencia absoluta de mí misma, tan mezclada con ese todo que nada es. Recuerdo el vértigo, recuerdo la nausea.
El simple ejercicio de mi memoria confirma el hecho de que ya no estoy en la nada, soy dolor, soy vergüenza, soy decepción, soy todos los fantasmas invisibles de una nada que he dejado atrás; un fantasma hecho persona. El aire que respiro me corresponde, el agua que tomo es mía, la piel que me rodea es sagrada; si me muevo la flor muere.
Atrapada por mí misma,la mente grita entre esa frágil línea donde las cosas que no existen prometen y las que existen aún quedan lejos. El paso definitivo, el cambio de ciclo, no hacia el todo, sino, hacia una nada menos fragmentada.