domingo, 26 de octubre de 2008

La vie en rose

La vie en rose...
No rosa, azul,
me ve, me toma,
extrañamente presente,
soy yo.
Y cuando sus manos
pasan por mi cara,
la dibujan,
estoy entre sus brazos.
Después sonríe,
me oculto en el abrazo,
no me suelta,
mis pies están anclados.
Termina la noche,
se separan los cuerpos,
el sol sale
y sigo viendo todo azul.

viernes, 17 de octubre de 2008

¡Fuera langostas! y a callar los mosquitos

Por primera vez dio su discurso la abeja. Pedía perdón a los niños, por hacerlos correr con una paleta de limón en la mano; también a las muchachas, por hacerlas parecer ridículas frente al novio y sobre todo pedía perdón por la mala miel que habían estado dando.
Se esperó una módica participación de los mosquitos, pero estos bien callados tomaban notas ásperas para sus periódicos de mal gusto.
Criticaron la dicción de la reina, su vestimenta (como si ella eligiera el diseño), la miel fue víctima de todo tipo de groserías y eso que los mosquitos se alimentan de nuestra suculenta sangre.
No escribieron nada sobre lo que dijo, se la pasaron zumbando e imposibilitando la correcta audición, me picaron al menos 3 o 4 en el cuello y no puedo dejar de rascarme.
Dicho esto, me parece necesario (obligatorio, eminente, etc.), tomar medidas drásticas con estos últimos, ya que, además de succionar nuestra sangre, transmitir enfermedades y provocarnos comezón, el mosquito no produce miel, ni buena, ni mala. Los mosquitos no tienen quién los salve, son egoístas e individualistas.

La abeja puede pedir los perdones que sean, para mí, no tiene que disculparse por nada. Si la miel ha estado saliendo mal es por culpa del aumento de precios en los alimentos. Las colmenas burguesas tienen con que abastecerse, pero son minoría.
Es casi inverosímil que hoy en día la extracción de polen siga dependiendo de las langostas, cuando la flor está en terreno apícola, y peor aún que sea de dominio público y que nadie haga nada.
Como siempre, aquél que paga sale bien parado, la burguesía sigue abasteciéndose y vendiendo a altos precios su mercancía, mientras que las comunidades marginales deben conformarse con flores de segunda clase, y competir con los primeros productos.

Si queremos volver a saborear un té con miel, sin que llore nuestro monedero, debemos: expulsar las langostas del negocio apícola, que nada tienen que hacer allí y segundo dejar de invitar a conferencias insectos como los mosquitos que nada aportan y todo distorsionan al momento de "informarnos".

P.D: Por cierto, se veía hermosa la reina.

jueves, 16 de octubre de 2008

El puerto

Hoy esperé en el puerto una vez más y me puse el vestido rojo que siempre te gustó tanto. Me mandaste un telegrama vacío, la fecha estaba borrosa, y yo no sé que día esperarte.
Por eso todas las mañanas compro jugo de maracuya y te espero. Creí que sería divertido ver la gente entrar y salir de los barcos, las despedidas y bienvenidas, muchas lágrimas y risas, pensé que no tardarías. Mis mañanas terminan con más de un trago ácido de maracuya, lo dulce se pierde cuándo esperas a alguien más.
¿Y ahora quién me quita de la cabeza dicha obstinación? Si llegas y no estoy, creerás que me he olvidado tanto de ti como del jugo. Ambos dijimos que la única razón que teníamos para vivir en ese pueblo, eramos nosotros, no quisimos perdernos en la inmensidad del mundo y yo esperé aquí.
Vuelvo a casa y escribo, cartas que no podrás recibir, porque estás en un barco. Para mí estás en ningún lado. Hoy escribo una vez más, y aviso, por si algún día se me olvida, no comprare más jugo. No lo haré porque se me escalda la lengua, y si llegas me gustaría poderte besar. Digo si llegas, porqué nunca sabré hasta que te vea.

martes, 14 de octubre de 2008

Parada programada...

Feeling...falling...ing...g
Parecería estúpido, que todos los días me impresiona la misma cosa... el tiempo.

Pensamientos desnudos,
ideas expuestas al sol,
de una luz que no ilumina,
luz ciega.

Ideas, meros triángulos,
trigonometría oculta,
culto pagano,
números infinitos.

Tristeza, versos pobres,
letras modernas,
letras sin dueño,
casi triángulos.

Las ideas: presente, pasado, futuro.
Gotas agridulces,
impulsos escalofriantes de la palabra.

Arquitectos mentales,
de edificios inacabados.
Ciudades inhabitadas,
que se derrumban poco a poco,
al recitar un poema.

Ciudades ansiosas de movimiento.
Se reconstruyen,
casas sin suelo,
caen los techos,
al murmurar...
los hombres.

Pienso, desnuda,
pienso que las ideas se escapan por los poros.
Ideo, desnuda,
que me tomas la cintura,
pero el viento sopla y me quedo pensando.





lunes, 13 de octubre de 2008

ManzAnna

Aludo, antes que nada...¿Últimamente que todo? (Vacío)
A una chica que talento tiene mucho,
y aún así se para por estos lares a decir cosas bonitas y coherentes,
de mis letras revueltas e incoherentes.
Ella es un mundo, una mente en la que nos gustaría sumergirnos,
y si somos pacientes y aprendemos a leer sus ojos,
pronto nadaremos en aguas color chocolate, textura de seda.
Y no sólo su mente es bella, tiene un porte grácil,
digno de una gacela, de un cisne, es simplemente cautivante.
ManzAnna, así de jugosa es, roja y crujiente,
en el frutero no ostenta ser mejor que ninguna otra,
pero quién será capaz de negar la irresistible felicidad que provoca oír: "crunch".
Esto es, lectores o ¿deberé también referirme a los pixeles?,
lo que he de decir hoy antes de escribir cualquier otra cosa.

jueves, 9 de octubre de 2008

Calabaza

Hoy corté un tomate,
en cuadritos.
También corté una cebolla,
en rodajas.
Y lo más importante, corté La calabaza,
a la mitad.

La tabla de madera absorbió el agua del tomate,
la sartén doró la cebolla,
y el calor hizo sudar La calabaza.

Las mitades volteadas hacia abajo,
exponiendo su verdor,
dejándose llenar de gotas,
un bosque de esferas.

Cuchillo en mano,
incapaz de cortar la reciente flora,
la deje brotar.

Pequeñas fuentes
que se salpicaban unas a otras.
Caían en mi mano, las gotas,
primero grandes, luego pequeñas,
se extinguía lentamente La calabaza.

Al final, el tomate seguía rojo
y cuadrado;
la cebolla dorada
y en rodajas;
Ella...seca
y a la mitad.

Seca como la hoja de otoño,
así término.
Mientras, el cuchillo se ahogaba en el fregadero.