viernes, 12 de diciembre de 2008

Pensamiento

Pinceles que dibujan en el aire,
las curvaturas de una mujer,
de labios delgados,
de manos blancas y finas.
Pinceles que,
recorren el pecho que palpita,
juegan con los pequeños rizos en la nuca,
salpican gotas de sudor,
moradas y verdes.
Colores que se mezclan,
entre el sudor de una mujer
y el aliento de la otra.
Entre temblorosas y palpitantes,
sus manos dibujan lo que,
desde antes de tenerse conocían.
Recuerdan al aroma y el sabor,
de su sudor,
de sus labios.
Se sumen en un largo espiral,
de caricias y miradas,
de colores y sabores.
En los ojos crecen las formas,
de campos de amapolas jamás visitados.

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