Desvanecerme en unos ojos de café,
perderme dentro de las manos de un gigante,
desaparecer completamente;
como polvo entre sus labios.
Café,
grano de sabios,
suave veneno para el enamorado,
sustento para el amado,
néctar del amante.
Alimenta la sangre
un corazón en llamas,
cenizas de cobre,
la mirada de un tigre.
Una taza vacía de lágrimas
de un animal que no llora.
Un ojo marrón que me observa,
desaparece entre el fuego,
de un corazón que no sólo es mio.
La lengua de cobre
es polvo.
La sangre arde,
las manos se queman.
Palabras torpes,
precipitadas,
un riachuelo
de peces de oro.
No hay sabios,
sólo briagos
y envenenados.
Ni muertos,
ni vivos,
sólo polvo.
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2 comentarios:
Monista.
El polvo me hace estornudar, pero verlo flotar es realmente divertido.
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