miércoles, 11 de marzo de 2009

Mauricio

-¿Cómo te sientes?
-Pues como así.
Ah! Pues no te entiendo, dilo, será mas fácil.
-¡Si voltearas a verme quizá entenderías! Es una cosa de este tipo...ya sabes.

Mauricio no dice nada, la observa, se ve tan ridícula moviendo sus brazos en círculos. La mano derecha giraba rápidamente, mientras que la izquierda se empeñaba en obstaculizar su paso; después intercambiaban papeles y giraba la izquierda hacía cualquier dirección y la derecha siempre se lo impedía. A Carla le parecía clarísimo que todas sus emociones se daban a entender en ese movimiento.

- Ve, no te entiendo.
-¿Ver? Yo qué debo ver si no me estás mostrando nada, sólo hablas. Si pudiera decirte como me siento ya no me sentiría tan mal, porque al menos "eso" ya tendría nombre.
-No exageres, tienes las palabras necesarias para decírmelo, además hay tiempo, no me digas que tienes que "trabajar"...

Carla rompe en llanto, él no parece entender que no pueda decir nada de lo que pasa por su cabeza.
No hay palabras, sino ruido y las imágenes están borrosas; sólo siente su mente girar. Sus ideas, pesares y memorias se unen en un mismo punto, casi imperceptible. Empiezan a dar vueltas, cada vez con mayor velocidad. La aceleración es tal que idea,pesar y recuerdo se hacen uno, grande y veloz.
Mauricio, al verla en tal estado le pide perdón, aunque no cree haber hecho nada que merezca pedirlo. Carla percibe desde el abrazo que él no sabe nada, y ni quiere saberlo, porque no desea entender lo primero: ella no puede expresar sus sentimientos. Con cierto enojo lo aleja de sí, se seca las lágrimas de sus ojos azules y se aleja de él, casi corriendo.
Una vez lejos ya no huye de él, pero de sí misma, de ese cuerpo interior que va adquiriendo volumen y que cubre como un velo negro su alegría. Huye del todo que la oprime, eso que Mauricio interpreta como "nada importante", porque no se puede decir. No quiere llorar y le duele la cabeza; desea pensar, definir en cierto modo eso que le pasa, pero no puede, la masa no deja de acelerar.

-Carla, veme, ¿estás bien?
Mauricio! ¿donde estoy?
-Contesta ¿estás bien?
-No.
-¿Cómo te sientes?
-Triste.
Ah bueno! Nada de que preocuparse.

3 comentarios:

uh uh uh dijo...

Conclusiones:

1. El cerebro de Carla se autoreconoció.

2. El tipo es un patán de la vida. Que lo deje y se vaya con otro patán de la vida.

3. Lo único que se interpone ante la inevitabilidad histórica es el deseo de libertad.

Nota: la última no tiene nada que ver con tu cuentis.

Mondblume dijo...

¿Así de fácil? Me gustaría poder hacer eso... "triste" y ya.

Leonardo G.O. dijo...

Ese Mauricio es muy sensato...