sábado, 29 de agosto de 2009
Soundless
Sunrise, sunrise
Introducción
miércoles, 26 de agosto de 2009
Para Pachu
sábado, 22 de agosto de 2009
Colibrí
Las bancas verdes del parque permanecían vacías, el niño de la playera verde pateaba una pelota roja contra la reja, su hermana gritaba su nombre conforme se alejaba. Las calles abandonadas respiraban, liberadas de nuestros pasos. Y el columpio cedía ante el movimiento de mis piernas.
El pasto descuidado, de su color triste me hería, también los juegos destrozados, los arbustos mutilados, la naturaleza muerta. El columpio no deja de mecerme, suave, el viento levanta mi cabello. Sonámbula, pienso que soy esa naturaleza. Sólo los sentidos, exitados, me mantienen viva, respiro con las calles ese mismo aire liberado.
La hermana ya se fue, el niño sigue jugando, me observa. La cabellera revuelta, cansado, los ojos llenos de amor me lanza la pelota. La regreso, la devuelve, ida y vuelta. El columpio abandona su rechinar, se pierde entre ese parque medio muerto. De mi piel brotan gotas de rocio. Pueden reverdecer el pasto, enderezar el arbusto pero no logran componer el tobogán.
Oscura y vacía llega la noche, la pelota en brazos corremos tras los últimos rayos del sol. Caigo, una piedra negra tuerce mi tobillo; busca mi mano, me levanta, ya no hay luz. En casa no nos recuerdan, somos completamente invisibles. La gente ve la pelota verde moverse, no dicen nada, han cultivado el arte de la indiferencia.
jueves, 20 de agosto de 2009
La solandra
crece bajo el encanto de unos labios
que aún no la han tocado.
Impaciente los cierra.
Otoño en la piel,
las estaciones invertidas,
primavera en las manos.
Desaparece la mariposa en la flor,
la solandra alada,
reverdece el estéril campo,
vuelve el sol a su antiguo reino.
Trémulas manos de un viento dorado
elevan hacia las estrellas
al amado y a su amante.
Ojos verdes adornados por un beso.
Ansiosas las nubes esperan dejarse caer,
suenan los relámpagos,
el aire juguetón
no deja de moverse.
Siguen en el beso eterno,
inertes por la lluvia,
sumidos en el amarillo
de ese otoño que regresa.
Noche en sus labios,
cae el sueño como miel sobre su cuerpo,
plateada, los envuelve la luz.
Despiertan, sigue el mismo calor,
el mismo puerto,
el mismo cuarto,
sonríen.
domingo, 9 de agosto de 2009
Recordatorio
sábado, 1 de agosto de 2009
Erebo
Puerto
luminarias que se creen ciudades.
Tus ojos verdes,
manchados por el paso de marineros sucios.
Te quejas morena, con tu voz de viento,
me alejas, de tu corazón blanco.
Las lágrimas del sol
adornan tu rostro arrugado,
y sumisa
te dejas llevar por el cantar de sus súplicas.
Morena de arena
te he besado las mejillas,
por si sonríes y los despides a todos.
Te regalé mi alegría,
temiendo no volver a sentirla
y la dejaste caer
al fondo de tus mares revoltosos.
Y si alguna noche,
bella soñolienta, rieras,
te diría que te amo.