Pareciera chiste que el tiempo pueda darse el lujo de ir tan lento, a mi me suena a que se rasca el ombligo y la calva (el tiempo está calvo). Además se pone gordo, y no se lava más los dientes, muestra desprecio hacia todos aquellos que, atorados en su gelatinosa masa, tratamos de correr. Parece chiste pensar que, ahora me sobra el tiempo. No dejo de repartirlo entre mis personajes, pero ellos, siempre tan modestos toman una mínima parte. A mi me parece que el tiempo es joto, y en una de sus jugarretas obscenas me deja soñar cosas demaciado bizarras. Y lo peor de todo es que, cuándo lo quiera tener cerca y muy lento, se andará con las prisas.
domingo, 28 de diciembre de 2008
sábado, 27 de diciembre de 2008
El reloj (continuación)
Yo siempre estoy con ellos, les platico e incluso me preocupo por su salud. Ellos simplemente deciden no prestar más atención a mí, que a una mancha desagradable en la pared. Y si lloro nadie me escuchará, tampoco si rio de mi triste estado. Como quisiera verme en un espejo, saber si soy como ellos, si tengo esos cachetes regordetes y dientes blancos. Puede que mi pelo sea rubio como el de la doña.
Eso sí, cada semana, el domingo, ella toma un pedazo de tela y me lo pasa encima repetidas veces. Se siente delicioso, me toma con una mano y con la otra, suavemente, pasa esa cosa llamada trapo sobre mi cuerpo. Y sólo entonces, me sonríe, como satisfecha, no sé si también me vea sonreír y eso la haga sentir feliz. Creo que sólo sufro de verdad, cuando algo en mi pecho se detiene. Y eso es si me va bien, cuando me va mal, siento que el dolor va y viene, y suena así: “tic, tic, tac, tic, tic, tac”. Me ha sucedido que nadie está en la casa y yo inmóvil sólo siento que el dolor se acumula de un lado y el alivio del otro. Una cosa que no me queda del todo clara es, cuando me llegan estos dolores (debería decirle a algún médico), los objetos padecen al mismo tiempo, incluso la familia. Puede que mi vista me engañe, pero no lo creo, me dolería la cabeza. La cosa es que, cuando mi corazón se detiene por completo, toda cosa móvil, se detiene absolutamente por una fracción de segundo. Eso me angustia un poco, habrá un día en el que, me pare por completo, y nadie podrá ayudarme. Y cuando el dolor, parece jugar con migo yendo y viniendo, es muy chistoso realmente, porque mis dueños no pueden evitar repetir exactamente los mismos movimientos una y otra vez. Lo último me ayuda mucho a soportar la pena, se tardan en socorrerme pero es divertido. De una vez les cuento como me “reparan”, así le dicen ellos a curar… Primero me cargan con ambas manos, me recuestan boca abajo contra la mesa, una vez en esa posición me quitan algo de la espalda. (¿Serán nudos? Siempre dicen tener de esos en sus espaldas gordas) Luego me ponen otra cosa, según sé, me ponen una “pila” y listo. Después de aquel ingenioso movimiento de “pila” yo me siento tan joven como en mi primer despertar.
Mi corazón está bien si suena así: “Tic, tac, tic, tac” y nunca se detiene (excepto cuando está cansado y pasa lo que ya dije antes). A mí me consuela oírlo, es más, ahora que lo pienso, igual es el sonido de mi corazón el que tanto inquieta a la familia… ¿Pero ellos que quieren qué yo haga? Es el motor de mi vida, ni modo que lo deje detenerse, además ellos siempre me curan cuando deja de sonar bonito. ¿Entonces qué quieren? ¿Por qué me ven con tanto miedo y de forma tan veloz? Recuerdo una vez, cuando el gordito pelirrojo era un pequeño retoño, él me veía mucho y se tomaba tiempo en observarme. Mientras me analizaba, decía en voz alta algunos números, es más se los repito, eran: “Doce, tres, seis, nueve”. Luego decía: “Quince, treinta, cuarenta y cinco, sesenta.” Ahora, si lo que desean saber es el porqué de esa numeración, no tengo ni la más remota idea, yo únicamente repito lo que recuerdo. Justamente aquello me hacía feliz, verlo observarme con tanta avidez y oírlo repetir lo mismo. En fin, ellos crecen y yo supongo que también, no estoy seguro, y ahora nadie me analiza ni mucho menos, es más me dejan sólo, frente un montón de platos de unicel. Me dejan aquí escuchando el siempre hermoso “tic, tac”.
viernes, 26 de diciembre de 2008
El reloj
-“Probablemente sea cosa de precio, dado que, en sí y por sí no tiene efecto alguno…”terminó diciendo aquel.
Le dije ayer a la doña que no comprara chongos zamoranos. ¡Ah, pero como le gusta llevar la contraria! Ahora resulta que, el mejor postre que se haya comido en esta casa, es aquel producto enlatado. “Eso no es comida”, diría el abuelo, nomás mira, parece plástico. Y yo aquí inmóvil, todos me voltean a ver pero nadie realmente se detiene a observarme. Como arrepentidos de haber volteado la vista hacia algo tan feo…Pero, yo no soy feo, eso sí, nunca me he visto en un espejo, lo que no quita que sea guapo. Es más estoy convencido de que los feos no necesitan verse para saberlo, ellos mismos se sienten así, son cosas que vienen de uno pues.
Si la compra de los chongos, no fue suficiente para asustar su instinto de “alimentación sana”, más vale que les cuente todo lo que estos glotones, poco refinados comieron hoy. La sopa era un polvito al que le agregabas agua hirviendo. No entiendo porque, mientras el agua de la “sopa” hervía, no dejaban de verme y voltearse inmediatamente después. ¿Será que se sentían intimidados o avergonzados por mi mirada reprochadora? No lo sé, la cosa es que, esa sopa no era comida tampoco, era polvo, una sustancia que seguramente hace ciclopes a los niños y saca colas de leones a los adultos. Mi abuela era bruja de pueblo y usaba muchas cosas de esas, claro no decían Campbells en grande, pero también se les añadía agua hirviendo. Comido el veneno, pasaron a comer “carne” pero a mí me parecía que era cartón con jugos extraños. Yo no podía quedarme callado, tenía que parar este envenenamiento, y con mi voz siempre muy clara, le dije: “Doña, mejor que coman lechuga o esos tomates que compró usted, pero no esa cosa innombrable.”- Creo que no le gustó el comentario, sólo me volteó a ver, se detuvo su mirada en lo que yo reconozco como mi mejilla derecha y siguió cocinando. “Y si además de feo, mis palabras no valen lo suficiente, como para ser contestadas, ¿por qué no me corren de ésta casa de una vez?” Eso pensé yo en el momento, pero seguiré el relato, la supuesta carne se acompañó con lo único comestible a su alrededor, tortillas. Y bueno el postre ya lo conocen ustedes.
Y como ellos son unos glotones de mal gusto, todo también se lo comieron rápido y sin modales. Sigo yo preguntándome si será mi mirada la que los angustia tanto, no dejaron de voltear su mirada hacia su humilde servidor. ¿Será que me hace falta un baño? No recuerdo si alguna vez me bañe, éstos recién “bañados”, se ven muy guapos, de hecho es el único momento del día en el que se ven así. También pensé que por ser el mayor de la casa, al verme tan ofendido por su casi-comida, decidieron acabar lo más pronto posible y evitar mi enojo. Digo esto porque a la vez que me veían rápido y de reojo aceleraban el ritmo. En cuanto terminaron de tragar, corrieron todos hacia la puerta, dejándome sólo con un montón de platos vacios en la cara… De verdad no entiendo qué les pasa.
Si la compra de los chongos, no fue suficiente para asustar su instinto de “alimentación sana”, más vale que les cuente todo lo que estos glotones, poco refinados comieron hoy. La sopa era un polvito al que le agregabas agua hirviendo. No entiendo porque, mientras el agua de la “sopa” hervía, no dejaban de verme y voltearse inmediatamente después. ¿Será que se sentían intimidados o avergonzados por mi mirada reprochadora? No lo sé, la cosa es que, esa sopa no era comida tampoco, era polvo, una sustancia que seguramente hace ciclopes a los niños y saca colas de leones a los adultos. Mi abuela era bruja de pueblo y usaba muchas cosas de esas, claro no decían Campbells en grande, pero también se les añadía agua hirviendo. Comido el veneno, pasaron a comer “carne” pero a mí me parecía que era cartón con jugos extraños. Yo no podía quedarme callado, tenía que parar este envenenamiento, y con mi voz siempre muy clara, le dije: “Doña, mejor que coman lechuga o esos tomates que compró usted, pero no esa cosa innombrable.”- Creo que no le gustó el comentario, sólo me volteó a ver, se detuvo su mirada en lo que yo reconozco como mi mejilla derecha y siguió cocinando. “Y si además de feo, mis palabras no valen lo suficiente, como para ser contestadas, ¿por qué no me corren de ésta casa de una vez?” Eso pensé yo en el momento, pero seguiré el relato, la supuesta carne se acompañó con lo único comestible a su alrededor, tortillas. Y bueno el postre ya lo conocen ustedes.
Y como ellos son unos glotones de mal gusto, todo también se lo comieron rápido y sin modales. Sigo yo preguntándome si será mi mirada la que los angustia tanto, no dejaron de voltear su mirada hacia su humilde servidor. ¿Será que me hace falta un baño? No recuerdo si alguna vez me bañe, éstos recién “bañados”, se ven muy guapos, de hecho es el único momento del día en el que se ven así. También pensé que por ser el mayor de la casa, al verme tan ofendido por su casi-comida, decidieron acabar lo más pronto posible y evitar mi enojo. Digo esto porque a la vez que me veían rápido y de reojo aceleraban el ritmo. En cuanto terminaron de tragar, corrieron todos hacia la puerta, dejándome sólo con un montón de platos vacios en la cara… De verdad no entiendo qué les pasa.
martes, 16 de diciembre de 2008
Constantina
Y así fue como Constantina caminó por un parque medio hundido, corriendo y el pelo en la cara. Sin tiempo para arreglar el suéter que se le deslizaba por los hombros, tampoco tenía tiempo de quitárselo, menos de peinarse, sólo tenía el tiempo justo, para ver de vez en vez el suelo.
Sus zapatos, ya sin suela, por el uso excesivo, se hacían cada vez más estrechos y los pobres pies cansados de correr se asfixiaban entre el cuero y la fricción con el asfalto. Sin embargo, Constantina, no dejó de correr, ya bien podía dejar de hacerlo, la funeraria hace ya media hora que estaba cerrada, y no la abrirían hasta dentro de dos horas más. Incluso en las funerarias se dan el lujo de tener horas de comida...todo por el bien de los empleados, del negocio ah y eventualmente de los muertitos. En realidad tenía tiempo de sobra, podía ir por un jugo de mango y quitarse esos zapatos ridículos, pero no lo hizo, ya que no tenía forma de saberlo...
Constantina siempre corre y nunca piensa; no sé si el conejo blanco acaso pensaría que nunca llegaría tarde, ni tampoco temprano a ningún lado. Siempre llegaría atemporalmente, y ella también, entre la gente que se pone corbatas y los que andan desnudos con su reloj no hay gran diferencia, el tiempo pasa y ellos no pueden hacer nada para llegar tarde o temprano en el....
En fin, Constantina se tropezó, con todo y prisa, decidió no ver el suelo y un chicle, que digo, tres chicles masticados y recién escupidos uno cerca del otro, pegaron su pie derecho con el suelo, creando algo parecido a una liga que llevó a la señorita C. al suelo. Después de eso no llegó, ni tarde ni temprano al funeral, el muerto ya había sido enterrado.
sábado, 13 de diciembre de 2008
Aves
Del interior de alguna fruta,
salen gotas color almíbar,
algunas tristes, otras felices.
Caen en el hueco de alguna mano,
una mano suspendida en el vacío,
cerca del árbol de la fruta.
Su tronco se ensancha
y la fruta pierde grosor,
la corteza se fusiona con la mano,
y la mano está hecha planta.
Como miel fresca,
las gotas se juntan en el hueco,
para que los pájaros puedan beber.
Ellos, sedientos,
acuden a la ahora mano del árbol.
Beben.
Vuelan, aquellos felices,
y los que tristes se quedan,
en las ramas del árbol se ponen a cantar.
Y de su canto florece y crece la fruta,
ellos, de la melodía, vuelven felices a volar
Se alimenta el árbol de aquellas aves que,
tristes alimentaron las flores,
y felices nutrieron el fruto.
salen gotas color almíbar,
algunas tristes, otras felices.
Caen en el hueco de alguna mano,
una mano suspendida en el vacío,
cerca del árbol de la fruta.
Su tronco se ensancha
y la fruta pierde grosor,
la corteza se fusiona con la mano,
y la mano está hecha planta.
Como miel fresca,
las gotas se juntan en el hueco,
para que los pájaros puedan beber.
Ellos, sedientos,
acuden a la ahora mano del árbol.
Beben.
Vuelan, aquellos felices,
y los que tristes se quedan,
en las ramas del árbol se ponen a cantar.
Y de su canto florece y crece la fruta,
ellos, de la melodía, vuelven felices a volar
Se alimenta el árbol de aquellas aves que,
tristes alimentaron las flores,
y felices nutrieron el fruto.
viernes, 12 de diciembre de 2008
Pensamiento
Pinceles que dibujan en el aire,
las curvaturas de una mujer,
de labios delgados,
de manos blancas y finas.
Pinceles que,
recorren el pecho que palpita,
juegan con los pequeños rizos en la nuca,
salpican gotas de sudor,
moradas y verdes.
Colores que se mezclan,
entre el sudor de una mujer
y el aliento de la otra.
Entre temblorosas y palpitantes,
sus manos dibujan lo que,
desde antes de tenerse conocían.
Recuerdan al aroma y el sabor,
de su sudor,
de sus labios.
Se sumen en un largo espiral,
de caricias y miradas,
de colores y sabores.
En los ojos crecen las formas,
de campos de amapolas jamás visitados.
miércoles, 10 de diciembre de 2008
Duke Ellington - (Boris Vian)
Sur un air de Duke Ellington, Colin entend Chloé fremir entre ses bras. C´était ainsi qu´ils s´étaient connus, chez Isis, les deux chantaient Chloé et tous deux rencontrèrent ses regards quand la musique le leur indiquait. L´écume des jours, les éfleuves qui rencontrent la mer. Entre la mer inquiète et misterieuse, et les amoureux, une épaisse mousse blanche forme une barrière composée de rêves et de realité. La mer garde mistérieusement les secrets de la vie, tandis que les jeunes fleuves offrent les secrets des plaisirs...
Peu a peu, la mousse les écare du présent et du futur, ils se submergent dans le passé, ou les souvenirs immergés un jour, revienent, d´un moment à l´autre jouer a nouveaux dans les courrants.
Mais la mer est sage, elle connait les joies et pènes des éfleuves; elle les console lentement, laissant passer un petit courrant frais, mélangé avec du Duke Ellington d´un coté a l´autre.
Voilà donc, qu´aujourd´hui, Chloé posait sa tête sur les épaules de son bien aimé, elle pleurait de joie....c´était Ellington, encore une fois.
martes, 9 de diciembre de 2008
Soñando
Nada más cierto que la mentira del beso, el engaño, el corazón que engaña sus propias razones, manipulado por la mente prostituida por las novelas prohibidas. Exigiendo bondad, exigiendo respuestas, el cerebro fuerza la sangre, la obliga a recorrer los labios, las manos, exige al tacto hacer un análisis exacto y conciso de la nueva piel. Piel que yace anhelante, suspirando por sí misma, sedienta de un constante reconocimiento de la otra mano, de los labios extranjeros, ahora casi suyos.
Sigue el corazón latiendo, pero no comprende lo que sucede, la sangre se pierde en regiones remotas casi inexploradas. Entre venas y arterias corre, roja y caliente, sube al corazón y vuelve a bajar, cada vez más fuerte. Los músculos adquieren una fuerza desconocida, la boca y la lengua participan por completo en el acto del reconocimiento, buscando trazos de beso que se escapan. Poco a poco, la sangre crece en velocidad y el corazón estimulado por la alta demanda de pulsaciones empieza a comprender su labor, concentrando su fuerza en los dedos, entre las piernas, en el pecho. Palidecen los labios hasta quedar fríos.
La razón sobrepasada por los datos recibidos, pierde el control sobre el corazón. Saturado el cerebro, se olvida del deber, y aturdido por el torrente sanguíneo, jadeante pide más, embriagándose de un fluido pesado y carmín.
Victorioso el corazón, manda señales, impulsos cada vez más breves pero constantes, dirigiendo el fluido vital a los ojos, y el hombre ve a la mujer a través de sus ojos de cristal, buscando en ellos una respuesta de sus pulsaciones. La mujer vuelve a besarlo, pero los labios helados se han vuelto torpes, no así las piernas y los brazos que ahora lo quieren alcanzar. Algún tipo de juego ha iniciado entre los dos, cada vez más fuertes, alimentados por sustancias desconocidas ocultas en los rincones de su cabeza, aun buscando reconocerse, hallarse el uno en el otro.
Se mueven casi melódicamente, ella siente retumbar un tambor en su vientre, entre sus senos y en sus manos; él siente que ella palpita bajo su abrazo, ciñéndola contra su pelvis, buscando una vez más sus ojos verdes, cristalinos…
El beso es una mentira, promete al corazón no exaltarlo, le promete dejarlo tranquilo, el beso es cosa de literatura. Y sin embargo, los besos subsecuentes no son de la literatura, ni de la poesía, se desbordan, huyen entre las páginas, saturan la mente, incitan la sangre. El beso es un sueño, un suspiro, a veces incluso un acto. Incluso puede dejar de ser mentira, pero para eso, debe dejar de ser literatura.
Sigue el corazón latiendo, pero no comprende lo que sucede, la sangre se pierde en regiones remotas casi inexploradas. Entre venas y arterias corre, roja y caliente, sube al corazón y vuelve a bajar, cada vez más fuerte. Los músculos adquieren una fuerza desconocida, la boca y la lengua participan por completo en el acto del reconocimiento, buscando trazos de beso que se escapan. Poco a poco, la sangre crece en velocidad y el corazón estimulado por la alta demanda de pulsaciones empieza a comprender su labor, concentrando su fuerza en los dedos, entre las piernas, en el pecho. Palidecen los labios hasta quedar fríos.
La razón sobrepasada por los datos recibidos, pierde el control sobre el corazón. Saturado el cerebro, se olvida del deber, y aturdido por el torrente sanguíneo, jadeante pide más, embriagándose de un fluido pesado y carmín.
Victorioso el corazón, manda señales, impulsos cada vez más breves pero constantes, dirigiendo el fluido vital a los ojos, y el hombre ve a la mujer a través de sus ojos de cristal, buscando en ellos una respuesta de sus pulsaciones. La mujer vuelve a besarlo, pero los labios helados se han vuelto torpes, no así las piernas y los brazos que ahora lo quieren alcanzar. Algún tipo de juego ha iniciado entre los dos, cada vez más fuertes, alimentados por sustancias desconocidas ocultas en los rincones de su cabeza, aun buscando reconocerse, hallarse el uno en el otro.
Se mueven casi melódicamente, ella siente retumbar un tambor en su vientre, entre sus senos y en sus manos; él siente que ella palpita bajo su abrazo, ciñéndola contra su pelvis, buscando una vez más sus ojos verdes, cristalinos…
El beso es una mentira, promete al corazón no exaltarlo, le promete dejarlo tranquilo, el beso es cosa de literatura. Y sin embargo, los besos subsecuentes no son de la literatura, ni de la poesía, se desbordan, huyen entre las páginas, saturan la mente, incitan la sangre. El beso es un sueño, un suspiro, a veces incluso un acto. Incluso puede dejar de ser mentira, pero para eso, debe dejar de ser literatura.
domingo, 16 de noviembre de 2008
Verde
Estoy muy ansiosa y desesperada, mis músculos se contraen solos. ¿Porqué estoy tan tensa? Puede que el café no haya ayudado mucho o que encerrarme por largas horas en el estudio, haga que me preocupe por la mancha verde del techo que no cesa de crecer. Incluso, podría tener miedo de que alguien entre y a su paso deje entrar aire nuevo, aquí está tan reciclado que ni oxigeno tiene. Pero está bien así, no respiro mucho, lo suficiente para desesperarme.
En el café se dibujan nombres, que a pesar de no haber salido de aquí, deambulan por el lugar, como si los acabara de visitar. La mancha verde es un maizal, muy práctico ahora que no salgo del cuarto.
En el café se dibujan nombres, que a pesar de no haber salido de aquí, deambulan por el lugar, como si los acabara de visitar. La mancha verde es un maizal, muy práctico ahora que no salgo del cuarto.
Pronto no saldré de mi cabeza y así estará mejor, no necesitare comer ni beber, sólo pensar. Lo malo es que no puedo pensar dado que tengo miedo y estoy muy ansiosa. Me regalaron unas pelotitas chinas para el estrés, mi enfermedad no tiene cura médica, pero la receta médica dice que compre pelotitas de esas.
Digo que es la adolescencia...bastarda e ingrata la que me tormenta y yo que me dejo engañar por ella no quedo mejor.
La semana pasada mis ideas eran claras y felices por sí mismas...Ahora no me la creo mucho, tengo pánico, y mis ideas autómatas me llevan por caminos que mis pies no pueden recorrer.
Es inevitable, la montaña rusa sube y baja, que mal que nadie me pregunto si quería ser partícipe de su movimiento perpetuo (novela de Monterroso). A veces la bajadas son tan ligeras que tan pronto se grita de la desesperación, de sentir que te estrellas contra el suelo, tan pronto eso pasa, estás de nuevo hasta arriba muerto de la risa.
Y a todo esto: la luna se anda luciendo desde hace una semana.
Y a todo esto: la luna se anda luciendo desde hace una semana.
miércoles, 12 de noviembre de 2008
Mito mordaz
Mi mente mecánica, mi maremoto: mentada mansión.
Mentí. Mi mitología movía moscas, montículos muertos.
Melodías melosas murmura Mauricio,
me muestra miradas misteriosas,
metódicas.
Mordemos mariposas metafóricas,
muevo manos musicales,
mágicos minutos, mas, mortales.
Morado Mauricio, mentiste.
Mataste memorias, miles...
Mi mito mordaz.
jueves, 6 de noviembre de 2008
Jospe
Así fue como el lápiz voló sin pedir permiso,
ni a la mano, ni a la cara asustada que lo recibía.
Un simple lápiz, no era mi intención sacarlo de la hoja,
es la autonomía de las nuevas maderas...
Ahora los productos son inteligentes,
pero no sus dueños...
¿Ya leyeron el periódico?
Compartimos 95% de información genética con el hombre neandertal...
Seguro la diferencia radica en la inteligencia "intrínseca" y "extrínseca".
Dependemos del lápiz,
el horror de cometer un error y no poder borrarlo,
si, terror absoluto (con todo y sus cuádruples "r").
Nuestra inteligencia es extrínseca,
no como la del neandertal...
¿Ya que le hacemos?
La verdad es que el lápiz salió de mi mano,
apuntando hacia tu rostro,
sin pedir autorización.
Y para colmo, soy yo la que debe pedir perdón.
ni a la mano, ni a la cara asustada que lo recibía.
Un simple lápiz, no era mi intención sacarlo de la hoja,
es la autonomía de las nuevas maderas...
Ahora los productos son inteligentes,
pero no sus dueños...
¿Ya leyeron el periódico?
Compartimos 95% de información genética con el hombre neandertal...
Seguro la diferencia radica en la inteligencia "intrínseca" y "extrínseca".
Dependemos del lápiz,
el horror de cometer un error y no poder borrarlo,
si, terror absoluto (con todo y sus cuádruples "r").
Nuestra inteligencia es extrínseca,
no como la del neandertal...
¿Ya que le hacemos?
La verdad es que el lápiz salió de mi mano,
apuntando hacia tu rostro,
sin pedir autorización.
Y para colmo, soy yo la que debe pedir perdón.
domingo, 26 de octubre de 2008
La vie en rose
La vie en rose...
No rosa, azul,
me ve, me toma,
extrañamente presente,
soy yo.
Y cuando sus manos
pasan por mi cara,
la dibujan,
estoy entre sus brazos.
Después sonríe,
me oculto en el abrazo,
no me suelta,
mis pies están anclados.
Termina la noche,
se separan los cuerpos,
el sol sale
y sigo viendo todo azul.
viernes, 17 de octubre de 2008
¡Fuera langostas! y a callar los mosquitos
Por primera vez dio su discurso la abeja. Pedía perdón a los niños, por hacerlos correr con una paleta de limón en la mano; también a las muchachas, por hacerlas parecer ridículas frente al novio y sobre todo pedía perdón por la mala miel que habían estado dando.
Se esperó una módica participación de los mosquitos, pero estos bien callados tomaban notas ásperas para sus periódicos de mal gusto.
Criticaron la dicción de la reina, su vestimenta (como si ella eligiera el diseño), la miel fue víctima de todo tipo de groserías y eso que los mosquitos se alimentan de nuestra suculenta sangre.
No escribieron nada sobre lo que dijo, se la pasaron zumbando e imposibilitando la correcta audición, me picaron al menos 3 o 4 en el cuello y no puedo dejar de rascarme.
Dicho esto, me parece necesario (obligatorio, eminente, etc.), tomar medidas drásticas con estos últimos, ya que, además de succionar nuestra sangre, transmitir enfermedades y provocarnos comezón, el mosquito no produce miel, ni buena, ni mala. Los mosquitos no tienen quién los salve, son egoístas e individualistas.
La abeja puede pedir los perdones que sean, para mí, no tiene que disculparse por nada. Si la miel ha estado saliendo mal es por culpa del aumento de precios en los alimentos. Las colmenas burguesas tienen con que abastecerse, pero son minoría.
Es casi inverosímil que hoy en día la extracción de polen siga dependiendo de las langostas, cuando la flor está en terreno apícola, y peor aún que sea de dominio público y que nadie haga nada.
Como siempre, aquél que paga sale bien parado, la burguesía sigue abasteciéndose y vendiendo a altos precios su mercancía, mientras que las comunidades marginales deben conformarse con flores de segunda clase, y competir con los primeros productos.
Si queremos volver a saborear un té con miel, sin que llore nuestro monedero, debemos: expulsar las langostas del negocio apícola, que nada tienen que hacer allí y segundo dejar de invitar a conferencias insectos como los mosquitos que nada aportan y todo distorsionan al momento de "informarnos".
P.D: Por cierto, se veía hermosa la reina.
Se esperó una módica participación de los mosquitos, pero estos bien callados tomaban notas ásperas para sus periódicos de mal gusto.
Criticaron la dicción de la reina, su vestimenta (como si ella eligiera el diseño), la miel fue víctima de todo tipo de groserías y eso que los mosquitos se alimentan de nuestra suculenta sangre.
No escribieron nada sobre lo que dijo, se la pasaron zumbando e imposibilitando la correcta audición, me picaron al menos 3 o 4 en el cuello y no puedo dejar de rascarme.
Dicho esto, me parece necesario (obligatorio, eminente, etc.), tomar medidas drásticas con estos últimos, ya que, además de succionar nuestra sangre, transmitir enfermedades y provocarnos comezón, el mosquito no produce miel, ni buena, ni mala. Los mosquitos no tienen quién los salve, son egoístas e individualistas.
La abeja puede pedir los perdones que sean, para mí, no tiene que disculparse por nada. Si la miel ha estado saliendo mal es por culpa del aumento de precios en los alimentos. Las colmenas burguesas tienen con que abastecerse, pero son minoría.
Es casi inverosímil que hoy en día la extracción de polen siga dependiendo de las langostas, cuando la flor está en terreno apícola, y peor aún que sea de dominio público y que nadie haga nada.
Como siempre, aquél que paga sale bien parado, la burguesía sigue abasteciéndose y vendiendo a altos precios su mercancía, mientras que las comunidades marginales deben conformarse con flores de segunda clase, y competir con los primeros productos.
Si queremos volver a saborear un té con miel, sin que llore nuestro monedero, debemos: expulsar las langostas del negocio apícola, que nada tienen que hacer allí y segundo dejar de invitar a conferencias insectos como los mosquitos que nada aportan y todo distorsionan al momento de "informarnos".
P.D: Por cierto, se veía hermosa la reina.
jueves, 16 de octubre de 2008
El puerto
Hoy esperé en el puerto una vez más y me puse el vestido rojo que siempre te gustó tanto. Me mandaste un telegrama vacío, la fecha estaba borrosa, y yo no sé que día esperarte.
Por eso todas las mañanas compro jugo de maracuya y te espero. Creí que sería divertido ver la gente entrar y salir de los barcos, las despedidas y bienvenidas, muchas lágrimas y risas, pensé que no tardarías. Mis mañanas terminan con más de un trago ácido de maracuya, lo dulce se pierde cuándo esperas a alguien más.
¿Y ahora quién me quita de la cabeza dicha obstinación? Si llegas y no estoy, creerás que me he olvidado tanto de ti como del jugo. Ambos dijimos que la única razón que teníamos para vivir en ese pueblo, eramos nosotros, no quisimos perdernos en la inmensidad del mundo y yo esperé aquí.
Vuelvo a casa y escribo, cartas que no podrás recibir, porque estás en un barco. Para mí estás en ningún lado. Hoy escribo una vez más, y aviso, por si algún día se me olvida, no comprare más jugo. No lo haré porque se me escalda la lengua, y si llegas me gustaría poderte besar. Digo si llegas, porqué nunca sabré hasta que te vea.
Por eso todas las mañanas compro jugo de maracuya y te espero. Creí que sería divertido ver la gente entrar y salir de los barcos, las despedidas y bienvenidas, muchas lágrimas y risas, pensé que no tardarías. Mis mañanas terminan con más de un trago ácido de maracuya, lo dulce se pierde cuándo esperas a alguien más.
¿Y ahora quién me quita de la cabeza dicha obstinación? Si llegas y no estoy, creerás que me he olvidado tanto de ti como del jugo. Ambos dijimos que la única razón que teníamos para vivir en ese pueblo, eramos nosotros, no quisimos perdernos en la inmensidad del mundo y yo esperé aquí.
Vuelvo a casa y escribo, cartas que no podrás recibir, porque estás en un barco. Para mí estás en ningún lado. Hoy escribo una vez más, y aviso, por si algún día se me olvida, no comprare más jugo. No lo haré porque se me escalda la lengua, y si llegas me gustaría poderte besar. Digo si llegas, porqué nunca sabré hasta que te vea.
martes, 14 de octubre de 2008
Parada programada...
Feeling...falling...ing...g
Parecería estúpido, que todos los días me impresiona la misma cosa... el tiempo.
Pensamientos desnudos,
ideas expuestas al sol,
de una luz que no ilumina,
luz ciega.
Ideas, meros triángulos,
trigonometría oculta,
culto pagano,
números infinitos.
Tristeza, versos pobres,
letras modernas,
letras sin dueño,
casi triángulos.
Las ideas: presente, pasado, futuro.
Gotas agridulces,
impulsos escalofriantes de la palabra.
Arquitectos mentales,
de edificios inacabados.
Ciudades inhabitadas,
que se derrumban poco a poco,
al recitar un poema.
Ciudades ansiosas de movimiento.
Se reconstruyen,
casas sin suelo,
caen los techos,
al murmurar...
los hombres.
Pienso, desnuda,
pienso que las ideas se escapan por los poros.
Ideo, desnuda,
que me tomas la cintura,
pero el viento sopla y me quedo pensando.
Parecería estúpido, que todos los días me impresiona la misma cosa... el tiempo.
Pensamientos desnudos,
ideas expuestas al sol,
de una luz que no ilumina,
luz ciega.
Ideas, meros triángulos,
trigonometría oculta,
culto pagano,
números infinitos.
Tristeza, versos pobres,
letras modernas,
letras sin dueño,
casi triángulos.
Las ideas: presente, pasado, futuro.
Gotas agridulces,
impulsos escalofriantes de la palabra.
Arquitectos mentales,
de edificios inacabados.
Ciudades inhabitadas,
que se derrumban poco a poco,
al recitar un poema.
Ciudades ansiosas de movimiento.
Se reconstruyen,
casas sin suelo,
caen los techos,
al murmurar...
los hombres.
Pienso, desnuda,
pienso que las ideas se escapan por los poros.
Ideo, desnuda,
que me tomas la cintura,
pero el viento sopla y me quedo pensando.
lunes, 13 de octubre de 2008
ManzAnna
Aludo, antes que nada...¿Últimamente que todo? (Vacío)
A una chica que talento tiene mucho,
y aún así se para por estos lares a decir cosas bonitas y coherentes,
de mis letras revueltas e incoherentes.
Ella es un mundo, una mente en la que nos gustaría sumergirnos,
y si somos pacientes y aprendemos a leer sus ojos,
pronto nadaremos en aguas color chocolate, textura de seda.
Y no sólo su mente es bella, tiene un porte grácil,
digno de una gacela, de un cisne, es simplemente cautivante.
ManzAnna, así de jugosa es, roja y crujiente,
en el frutero no ostenta ser mejor que ninguna otra,
pero quién será capaz de negar la irresistible felicidad que provoca oír: "crunch".
Esto es, lectores o ¿deberé también referirme a los pixeles?,
lo que he de decir hoy antes de escribir cualquier otra cosa.
jueves, 9 de octubre de 2008
Calabaza
Hoy corté un tomate,
en cuadritos.
También corté una cebolla,
en rodajas.
Y lo más importante, corté La calabaza,
a la mitad.
La tabla de madera absorbió el agua del tomate,
la sartén doró la cebolla,
y el calor hizo sudar La calabaza.
Las mitades volteadas hacia abajo,
exponiendo su verdor,
dejándose llenar de gotas,
un bosque de esferas.
Cuchillo en mano,
incapaz de cortar la reciente flora,
la deje brotar.
Pequeñas fuentes
que se salpicaban unas a otras.
Caían en mi mano, las gotas,
primero grandes, luego pequeñas,
se extinguía lentamente La calabaza.
Al final, el tomate seguía rojo
y cuadrado;
la cebolla dorada
y en rodajas;
Ella...seca
y a la mitad.
Seca como la hoja de otoño,
así término.
Mientras, el cuchillo se ahogaba en el fregadero.
en cuadritos.
También corté una cebolla,
en rodajas.
Y lo más importante, corté La calabaza,
a la mitad.
La tabla de madera absorbió el agua del tomate,
la sartén doró la cebolla,
y el calor hizo sudar La calabaza.
Las mitades volteadas hacia abajo,
exponiendo su verdor,
dejándose llenar de gotas,
un bosque de esferas.
Cuchillo en mano,
incapaz de cortar la reciente flora,
la deje brotar.
Pequeñas fuentes
que se salpicaban unas a otras.
Caían en mi mano, las gotas,
primero grandes, luego pequeñas,
se extinguía lentamente La calabaza.
Al final, el tomate seguía rojo
y cuadrado;
la cebolla dorada
y en rodajas;
Ella...seca
y a la mitad.
Seca como la hoja de otoño,
así término.
Mientras, el cuchillo se ahogaba en el fregadero.
domingo, 21 de septiembre de 2008
Cuidad
Calles ordenadas, nubes grisáceas, te mojarás.
Edificios viejos, somos intrusos, con nuestros motores de humo.
Rimas malas, muy malas, es la ropa, hoy no combinas.
¿Qué hubieran dicho nuestros tataratatarabuelos (al infinito)?¿Qué hemos hecho?
¿La historia realmente valiosa donde está?
Son fachadas de un México pintado en libros de historia,
y la mano de obra de todos los pintados en los grandes murales.
Nacionalismo...extraña palabra.
Nos imaginamos andando a caballo,
y la gente de repente carga con bastones y abanicos.
Las mujeres llevan largos vestidos pomposos y bellos escotes.
Los hombres platican en los cafés, vestidos de negro, son intelectuales.
Una gran mano nos borra del cuadro...
pantalones de tubo, playera fosforescente, tenis asquerosos y del pelo ni hablar.
¿Presente, o pasado? Tú los "VES", en el ayer y ellos no a tí...
Ahora hablas con otro, te VE, pero no puedes verlos a ellos.
VER otra curiosa palabra...además de todo verbo y me remite al ojo, su color, la mirada.
sábado, 20 de septiembre de 2008
¿Titulo?
Todo esta vacío, los trenes van sin rumbo entre túneles oscuros con unos cuantos pasajeros que cantan y no notan nada (notan nada). Y vienen a la memoria imágenes de sucesos históricos, de la época del blanco y negro, del patriotismo y uno en el tren, en tierra de nadie.
La luz es verde, pasa por el ojo, dice adelante, sal de allí vas rumbo al matadero. Vas que saltas, no hay relación entre las imágenes de tu mente y lo que haces, los pasos no se siguen, se tropiezan.
¿Donde? Bajo el árbol naturalmente, ahora eres maravillosamente pequeño. Pensamos en el tren y se hace pequeño, nos sentamos en el árbol y somos una hormiga. Va que va el insecto (nosotros) casi ¿corriendo? cargando un pétalo roto, rojo, pasión.
En la entrada del hormiguero, (¿Hogar-trabajo?), te comunicas (sin saber cómo) con todos y todos te entienden, nada de explicaciones, por primera vez fuiste lo suficientemente claro y no se quedó nada por decir.
Tristeza, no más secretos, ya no cargas el pétalo se lo comió una hormiga obesa que no da gracias, mala costumbre humana, los modales, las expectativas, sales de allí, fin del árbol.
Mejor no salir del tren, que se calle la luz verde, el túnel es oscuro y tu cantas. No pasa nada.
Vidrio y cerámica
Dame eso, aquello que rota alrededor de tí, fragmentos de vidrio, que a cada vuelta cambian de posición y color.
No me lo tienes que dar todo, sino te caes, es tu fuente de equilibrio. Sólo un pedazo de vidrio que pueda meter en la maquinita exacta que marca mi tiempo.
¿Qué ambicioso no?Mi tiempo, no lo comparto, en realidad la maquinita es la única que tiene contacto directo con él. Sin embargo le da por atorarse, su cerámica se quiebra cuando la luna empieza a girar demaciado rápido. Por eso te pido un cacho de vidrio, un hilo que pueda meter entre las grietas y deje girar los engranes.
Ahora si no quieres, probablemente no sepas aún de que hablo, no te haz dado cuenta que no te mantienes de pie por la gravedad. La gravedad te puede poner de cabeza, el vidrio que gira es el único que mantiene tus ideas hacia el sol.
Cerámica y vidrio, fragilidad absoluta que nos mantiene, el tiempo, la gravedad, leyes, nosotras.
Si nosotras siempre aquí inmóviles, viéndonos sin saber que hacer.
Si es que hay algo que hacer.
lunes, 1 de septiembre de 2008
Media noche
Ponerse los zapatos y correr a media noche,
correr hasta no poder respirar,
y gritar antes de beber,
agua caliente...
Perros, los que esperan en las esquinas,
miedo, el que me deja esperando,
que ataquen, si, que ataquen.
Pasa, tiempo pasa,
no hay perros en mi pecho,
no hay agua en mi garganta,
vengan perros que ya no aguanto.
No aguanto la espera,
es culpa del miedo,
antes solo era sed y zapatos,
ahora ya no aguanto.
Es la media noche...
Con miedo y
sin zapatos.
correr hasta no poder respirar,
y gritar antes de beber,
agua caliente...
Perros, los que esperan en las esquinas,
miedo, el que me deja esperando,
que ataquen, si, que ataquen.
Pasa, tiempo pasa,
no hay perros en mi pecho,
no hay agua en mi garganta,
vengan perros que ya no aguanto.
No aguanto la espera,
es culpa del miedo,
antes solo era sed y zapatos,
ahora ya no aguanto.
Es la media noche...
Con miedo y
sin zapatos.
domingo, 31 de agosto de 2008
¿Dónde están?
Respecto a aquellos que se mudan,
no los extraño,
no se van, entiendes,
sólo se mudan.
¿Qué dices? ¿Las distancias?,
nimiedades,
jamás hemos estado más lejos que ahora,
detrás de la computadora,
que estés aquí o en Roma.
¿Lo ves?
Ellos tampoco extrañan,
encuentran bizarro estar lejos,
y nosotros aquí, pensando, creyendo...
Creemos que su mundo lejano es como el nuestro,
pero cuando se levantan,
sus mañanas no son como las de aquí,
¿dónde están?.
sábado, 30 de agosto de 2008
Mariposa
Querer las palabras,
palabras vacías,
suenan, pero no significan.
Quiero sentir como siente el árbol el viento,
recordar aquel momento nuestro.
Importancia,
relevancia,
solo para mí.
El acto sublime, que lo es todo para uno
y tan poco para esos de palabras vacías.
Pero tus manos,
en su interior se agita la loca neurona de mis instintos.
De tus ojos surge mi sonrisa,
de la tuya sale un todo,
lineas curvas, colores.
Me pintan tus ojos,
círculos morados
espirales naranjas,
destellos y luces neón.
Me desenvuelvo ante ti como una mariposa,
deseo sentir el viento sobre mis alas,
arrugadas, aún.
Me ves con las alas extendidas,
me envuelves,
corren tus manos, el viento,
se deslizan suaves.
Dulce sabor fresco,
sabor, el viento.
palabras vacías,
suenan, pero no significan.
Quiero sentir como siente el árbol el viento,
recordar aquel momento nuestro.
Importancia,
relevancia,
solo para mí.
El acto sublime, que lo es todo para uno
y tan poco para esos de palabras vacías.
Pero tus manos,
en su interior se agita la loca neurona de mis instintos.
De tus ojos surge mi sonrisa,
de la tuya sale un todo,
lineas curvas, colores.
Me pintan tus ojos,
círculos morados
espirales naranjas,
destellos y luces neón.
Me desenvuelvo ante ti como una mariposa,
deseo sentir el viento sobre mis alas,
arrugadas, aún.
Me ves con las alas extendidas,
me envuelves,
corren tus manos, el viento,
se deslizan suaves.
Dulce sabor fresco,
sabor, el viento.
viernes, 29 de agosto de 2008
Siempre el beso...
Explico,
Mañanas frescas,
Rocío, viento.
¿Porqué tan serios?
Un beso sorpresa,
no te conozco.
¿Será mujer? Quizá un hombre.
Actitudes y artífices,
máscaras espantosas.
Las mujeres de perfumes baratos,
los hombres admirablemente sencillos,
serios, van todos casi pensando.
¿Quién les sacara una sonrisa?
Caminan dormidos,
son ríos imperturbables,
hipnotizados por fuerzas veloces y naranjas.
Ir en contra del río,
el afluente de peces incapaces de sentir su movimiento.
¿Qué sueñan?
Un beso tuyo, soñoliento,
feliz.
Quedarme en tu memoria,
una cosa más en qué pensar.
El beso,
al caminar,
cuando llueve,
si deseas.
Entre la multitud de labios,
mis labios.
En los ojos,
mi mirada verde.
Recordarás que no me conoces,
nunca escuchaste mi nombre,
soy Morada, Verde... Soy yo.
Mañanas frescas,
Rocío, viento.
¿Porqué tan serios?
Un beso sorpresa,
no te conozco.
¿Será mujer? Quizá un hombre.
Actitudes y artífices,
máscaras espantosas.
Las mujeres de perfumes baratos,
los hombres admirablemente sencillos,
serios, van todos casi pensando.
¿Quién les sacara una sonrisa?
Caminan dormidos,
son ríos imperturbables,
hipnotizados por fuerzas veloces y naranjas.
Ir en contra del río,
el afluente de peces incapaces de sentir su movimiento.
¿Qué sueñan?
Un beso tuyo, soñoliento,
feliz.
Quedarme en tu memoria,
una cosa más en qué pensar.
El beso,
al caminar,
cuando llueve,
si deseas.
Entre la multitud de labios,
mis labios.
En los ojos,
mi mirada verde.
Recordarás que no me conoces,
nunca escuchaste mi nombre,
soy Morada, Verde... Soy yo.
Buscarnos,
otra mañana, otro rocío.
Buscar un beso distinto,
entre la lista interminable de sus laberintos.
otra mañana, otro rocío.
Buscar un beso distinto,
entre la lista interminable de sus laberintos.
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